Este
poema de Günter Grass tiene más de epigrama que de poema, dado que
no riman sus versos y su mensaje no es lírico sino filosófico (moral). Dice así:
GLÜCK
Ein
leerer Autobus
stürzt
durch die ausgesternte Nacht.
Vielliecht
singt sein Chauffeur
und
ist glücklich dabei.
La traducción de Miguel Sáenz ofrece
esta versión (Visor Libros, Madrid, 2006, p. 72):
FELICIDAD
Un
autobús vacío
se
precipita en la noche cuajada de estrellas.
Tal
vez cante su conductor
sintiéndose
feliz.
Me suena a Günter Grass hablándose a sí
mismo. Como escritor, escribe para sí mismo (el autobús está vacío
y él es el chófer) en medio de la noche, en el momento más
solitario del día, pero una noche llena de estrellas. Y aun así, nos dice, él lleva la felicidad
consigo mismo, como uno lleva el dinero encima (»haben Geld dabei«).
No es que sienta la felicidad, sino que la lleva consigo. Impacta
esta expresión tan extraña. Ese quizás (»vielleicht«) nos deja
en actitud de suspense. No podemos decir nada de forma definitiva.
Lo más impactante del epigrama es que
esa posibilidad se introduce en el más improbable de los casos:
mientras un autobús se está precipitando (»stürzt«), mientras
está teniendo un accidente. El autobús está volcando. El suicidio
como posibilidad, como acto de libertad ante las monstruosidades de
la vida. Lo efímero de la vida. Todos somos los chóferes de nuestra
vida y estamos solos, sin importar cuánta gente nos rodee en algún
momento. Al morir, morimos nosotros y todo se apaga. Por eso el
suicidio es el mayor acto de poder que podemos realizar personalmente y para los cristianos el mayor
pecado: uno no solo se mata, sino que también mata a todo el mundo
con ello. Recuérdese que el pensador modelo de Günter Grass es
Albert Camus. En mi Opus III compuse un epigrama sobre esto mismo que dice así:
He had all the power to change the world.
So he naturally committed suicide.
La gracia (wit) del epigrama es que presento una gran posibilidad de poder cambiar el mundo y luego, de forma inesperada, ofrezco la única forma que existe a nuestro alcance para poder cambiarlo de forma total y radical: quitándonos de en medio. Vivir es ser soledad consciente. John
Donne le recomendaba a un amigo en una carta-verso que hiciera de su
mente un palacio, pues de otra forma el mundo sería su cárcel: «Be
thy own palace, or the worldʼs
thy jail». No conozco una soledad mejor habitada que una con
filosofía y música, literatura y arte. Poder compartir esto con
otros añade algo de placer a ese acto moral que es hacer de nuestra
mente un palacio poblado de grandes ideas y sentimientos. Porque
sentir es lo más importante que nos ofrece la consciencia. Por eso
la estimamos. Que esto es cierto se comprueba por la falta de interés
que tienen los que sufren de blind sight. Ven, pero no sienten
que ven. Esto hace que no sientan lo que ven. Esto los arroja a
considerar el suicidio como salida. Nicholas Humphrey tiene grandes
palabras sobre la función adaptativa de la consciencia en animales
como nosotros. Véanse sus obras Seeing Red y
Soul Dust. Quizás se
sientan felices mientras leen en una noche cuajada de estrellas.
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